jueves, 1 de mayo de 2014

Arany János: Toldi -- hatodik ének

János Arany: Toldi

Sexto canto

1
La luna bonita está iluminando la torre de Nagyfalu
La casa blanca de Lorenzo Toldi brilla cerca del prado
Atrás hay un grande jardín de frutas
Grande cómo un bosque de la Llanura Húngara.
La puertita de la casa se abre por el jardín
Allá está el cuarto de la Señora Toldi
En su ventana triste tiene un arbusto de romero
Ahí está espiando el chico solitario.
2
Al llegar ahí Nicolás,
Puso los cadáveres de los lobos en la hierba húmeda.
Él mismo, cómo ladrón, se acercó
En punta de pies a la puerta cerrada de su madre.
Escucha por mucho tiempo, en vano,
Ya que sólo el barrenillo hace ruido en la madera.
Tocaría sí y no, no tiene valor
Su mano vacila en la manilla.
3
Pero pues, dónde está en él el miedo ahora?
Otras veces lucharía hasta con un dragón!
Teme mucho-mucho por su madre
No quiere despertarla con el ruido.
Pues si así la despertara, podría suceder
Que no se atrevería a abrir puerta ni ventanas,
En cambio gritaría fuerte
Así que no se podrían hablar. 

4
Cómo quiera se hecha los dos lobos en la espalda:
Llega al otro lado de la casa:
Cada animal ya está descansando adentro o afuera:
Hasta los perros duermen en el pelaje.
La puerta está abierta, se ve la cama de Jorge;
La luna le hecha una larga bufanda blanca.
Bajo la gotera de la casa,
Los chicos vigilantes duermen en fila.
5

Todos duermen. Nicolás no vacía mucho,
Pone los lobos en el umbral,
Después agarra las lanzas,
Que antes estaban apoyadas a la pared;
Con ellas clava la ropa de los vigilantes a la tierra,
Para que no se puedan levantar cuando lo quieran,
Y entra al cuarto. Ay, si hasta ahora Jorge,
No se lo llevó el diablo, ahora lo va a hacer.

6
Ahí espía Nicolás, cerca del mosquitero,
Cómo entra y sale el aliento de Jorge,
Con una estrecha de puño, lo podría callar para siempre,
Hasta si tuviera Jorge mil almas.
Pero dice Nicolás: "Pues, Te podría matar,
Te lo merecerías, si mi alma me lo permitiera.
Pero por esta vez no te dañaré,
Sólo sabrás que estuve aquí!"
7
Así agarró a los dos lobos,
Y los acostó en la orilla de la vieja cama.
Así les habló: "Duerman, duerman rico:
El hermano de ustedes aquí duerme."
Él mismo fue al cuarto vecino,
En el que estaba sentada su madre vestida de luto:
Había juntado sus puños en la mesa,
Y puesto sus manos arriba.
8
Pero el dulce sueño en vano espiába a la madre
No podía pasar através de su tristeza.
Y por fin la agarró con fraude,
Usando la bata del frío
Así entró en su nuca de atrás,
Corriendo a bajo a sus talones y regresando
La durmió y la emborrachó,
Así fue capaz de dormirla.
9
Hasta así no duró mucho su sueño:
El silencioso toque de Nicolás lo corrió.
Se despertó la mujer, al escucharlo,
Pero Nicolás le dio animo diciéndole así:
"Mi querida Madre, no tema Usted
No le traigo ningún daño a la casa
Es cierto, voy de noche, como alma
Porque de día me matarían."
10
No tuvo miedo la viuda, al escuchar eso,
Abrazó a su hijo con los brazos,
Llenándole la cara de beso,
Ni dejando un espacio de un centavo.
"Dios mío, te vuelvo a ver, no lo habría pensado,
Estaba preocupada por ti, casi me moría
Pero pues, por qué hablo mucho?
Tu hermano duerme en la otra casa."
11
Así dijo su madre, ni una palabra más,
Hasta de estar en el ancho Hortobágy,
Así lo abrazaría, su corazón se alegraría,
Le daría un largo beso silencioso.
Nicolás siente, cómo tiembla en su regazo,
Se caería si el no la detuviera,
A pesar de que él también estuviera conmovido,
Ni habló pronto, sólo al ratito.
12
Quería contenerse, pero en vano,
Cómo si le picaran la nariz con aguja,
O si rallaran rábano picante en sus narices,
Sintió un enorme dolor agudo,
Abundantes cayeron las lágrimas de sus ojos,
En la cara de su querida madre,
Y cómo dos arroyos de montaña,
Las lágrimas de los dos se mezclaron.
13
Por fin Nicolás endureció su corazón,
Acercó sus ojos al cabello blanco de su madre,
Se compuso enderechándose,
Dominando su ganas de llorar.
Y así le habló a su madre:
"Deje Usted de llorar por un ratito,Tengo el tiempo muy limitado,
Vine para despedirme de Usted.
14
"No espero de poderme quedar aquí,
Por culpa de Jorge, que dios lo ponga en su lugar,
Temo que acabaría siendo su asesino...
No! Eso nunca voy a ser - no hablo de eso, -
Pero lo que digo: no se entristezca Usted;
Eche afuera el miedo de su corazón:
No me voy para nunca regresar,
Confío que el creador no me mate todavía.

15
"Siento fuerza enorme en mis brazos,
Que no quiero desperdiciar en el campo ni en el molino;
Se lo heroico que fue mi padre,
Pues no quiero deshonrar a la familia.
Voy a Buda, para ser soldado valiente,
Le voy a mostrar al rey algo,
De que mi hermano no se avergüence,
Es más, perezca de envidia.

16
"Por eso le pido, mi querida madre,
Nunca se preocupe, ni llore por mí;
No tiene caso llorar por alguien que ni murió,
Cuando hasta los muertos resucitarán..."
Seguiría hablándole a su madre,
Si los perros abajo no ladraran,
Pero al escucharlo se dio cuenta,
De haber hecho algo insensato.

17
El enfado de los perros lo causó nada más
De haber traído los lobos muertos al patio;
Ahora ellos van a desperar al servidor;
Así que no se tardó mucho más en hablar:
"Ya no tengo tiempo, para quedarme aquí,
A Usted la bendiga dios,
La bendiga dios en este mundo,
Y en el otro, es lo que deseo sinceramente."

18
"Te bendiga, te bendiga...", dijo su madre;
Quién bendiga a quién, eso lo pensó nadamás,
Sabía que el inspector de los corazones,
Va a encontrar cada deseo adentro.
El dolor que probó al separarse el hijo del pecho,
No puede ser descrito con palabras,

A poco su alma era la cadena entre ellos,
Que se abarrancó de cuajo.

19
Pero los perros seguían ladrando,
Llegaron a la puerta con su feos gritos,
Con fatiga, se levantaron los servidores,
Despertaron hasta a Jorge con el ruido.
"Quién estuvo aquí?", así gritaban,
Al encontrar a los dos lobos.
"Eso fue Nicolás. Nadie más lo hubiera hecho.
Síganlo, síganlo, al insolente!"

20
Y cómo un avispero que se está rebelando,
Así parecía ahora la casa:
Todos se chocan en el ancho zaguán,
Corren en cada dirección a pie o a caballo.
A dónde están correndo? Nadie los sabe,
Sólo corren cómo locos en cada dirección.
Por fin el señor Jorge los regaña fuerte,
Va por delante y los otros lo siguen.

21
La viuda a caso escucha el ruido de la caza?
Los trompeteos, gritos y ladrados?
Escucha que gritan "síganlo, síganlo"?
Y a caso sabe a quien están siguiendo?
No, eso no lo escucha. Al desaparecer su hijo
Las piernas débiles se les tambalearon,
Se cayó lentamente en la cama hecha,
Quien sabe hasta cuando va a durar su desmayo.