jueves, 1 de mayo de 2014

Arany János: Toldi -- hatodik ének

János Arany: Toldi

Sexto canto

1
La luna bonita está iluminando la torre de Nagyfalu
La casa blanca de Lorenzo Toldi brilla cerca del prado
Atrás hay un grande jardín de frutas
Grande cómo un bosque de la Llanura Húngara.
La puertita de la casa se abre por el jardín
Allá está el cuarto de la Señora Toldi
En su ventana triste tiene un arbusto de romero
Ahí está espiando el chico solitario.
2
Al llegar ahí Nicolás,
Puso los cadáveres de los lobos en la hierba húmeda.
Él mismo, cómo ladrón, se acercó
En punta de pies a la puerta cerrada de su madre.
Escucha por mucho tiempo, en vano,
Ya que sólo el barrenillo hace ruido en la madera.
Tocaría sí y no, no tiene valor
Su mano vacila en la manilla.
3
Pero pues, dónde está en él el miedo ahora?
Otras veces lucharía hasta con un dragón!
Teme mucho-mucho por su madre
No quiere despertarla con el ruido.
Pues si así la despertara, podría suceder
Que no se atrevería a abrir puerta ni ventanas,
En cambio gritaría fuerte
Así que no se podrían hablar. 

4
Cómo quiera se hecha los dos lobos en la espalda:
Llega al otro lado de la casa:
Cada animal ya está descansando adentro o afuera:
Hasta los perros duermen en el pelaje.
La puerta está abierta, se ve la cama de Jorge;
La luna le hecha una larga bufanda blanca.
Bajo la gotera de la casa,
Los chicos vigilantes duermen en fila.
5

Todos duermen. Nicolás no vacía mucho,
Pone los lobos en el umbral,
Después agarra las lanzas,
Que antes estaban apoyadas a la pared;
Con ellas clava la ropa de los vigilantes a la tierra,
Para que no se puedan levantar cuando lo quieran,
Y entra al cuarto. Ay, si hasta ahora Jorge,
No se lo llevó el diablo, ahora lo va a hacer.

6
Ahí espía Nicolás, cerca del mosquitero,
Cómo entra y sale el aliento de Jorge,
Con una estrecha de puño, lo podría callar para siempre,
Hasta si tuviera Jorge mil almas.
Pero dice Nicolás: "Pues, Te podría matar,
Te lo merecerías, si mi alma me lo permitiera.
Pero por esta vez no te dañaré,
Sólo sabrás que estuve aquí!"
7
Así agarró a los dos lobos,
Y los acostó en la orilla de la vieja cama.
Así les habló: "Duerman, duerman rico:
El hermano de ustedes aquí duerme."
Él mismo fue al cuarto vecino,
En el que estaba sentada su madre vestida de luto:
Había juntado sus puños en la mesa,
Y puesto sus manos arriba.
8
Pero el dulce sueño en vano espiába a la madre
No podía pasar através de su tristeza.
Y por fin la agarró con fraude,
Usando la bata del frío
Así entró en su nuca de atrás,
Corriendo a bajo a sus talones y regresando
La durmió y la emborrachó,
Así fue capaz de dormirla.
9
Hasta así no duró mucho su sueño:
El silencioso toque de Nicolás lo corrió.
Se despertó la mujer, al escucharlo,
Pero Nicolás le dio animo diciéndole así:
"Mi querida Madre, no tema Usted
No le traigo ningún daño a la casa
Es cierto, voy de noche, como alma
Porque de día me matarían."
10
No tuvo miedo la viuda, al escuchar eso,
Abrazó a su hijo con los brazos,
Llenándole la cara de beso,
Ni dejando un espacio de un centavo.
"Dios mío, te vuelvo a ver, no lo habría pensado,
Estaba preocupada por ti, casi me moría
Pero pues, por qué hablo mucho?
Tu hermano duerme en la otra casa."
11
Así dijo su madre, ni una palabra más,
Hasta de estar en el ancho Hortobágy,
Así lo abrazaría, su corazón se alegraría,
Le daría un largo beso silencioso.
Nicolás siente, cómo tiembla en su regazo,
Se caería si el no la detuviera,
A pesar de que él también estuviera conmovido,
Ni habló pronto, sólo al ratito.
12
Quería contenerse, pero en vano,
Cómo si le picaran la nariz con aguja,
O si rallaran rábano picante en sus narices,
Sintió un enorme dolor agudo,
Abundantes cayeron las lágrimas de sus ojos,
En la cara de su querida madre,
Y cómo dos arroyos de montaña,
Las lágrimas de los dos se mezclaron.
13
Por fin Nicolás endureció su corazón,
Acercó sus ojos al cabello blanco de su madre,
Se compuso enderechándose,
Dominando su ganas de llorar.
Y así le habló a su madre:
"Deje Usted de llorar por un ratito,Tengo el tiempo muy limitado,
Vine para despedirme de Usted.
14
"No espero de poderme quedar aquí,
Por culpa de Jorge, que dios lo ponga en su lugar,
Temo que acabaría siendo su asesino...
No! Eso nunca voy a ser - no hablo de eso, -
Pero lo que digo: no se entristezca Usted;
Eche afuera el miedo de su corazón:
No me voy para nunca regresar,
Confío que el creador no me mate todavía.

15
"Siento fuerza enorme en mis brazos,
Que no quiero desperdiciar en el campo ni en el molino;
Se lo heroico que fue mi padre,
Pues no quiero deshonrar a la familia.
Voy a Buda, para ser soldado valiente,
Le voy a mostrar al rey algo,
De que mi hermano no se avergüence,
Es más, perezca de envidia.

16
"Por eso le pido, mi querida madre,
Nunca se preocupe, ni llore por mí;
No tiene caso llorar por alguien que ni murió,
Cuando hasta los muertos resucitarán..."
Seguiría hablándole a su madre,
Si los perros abajo no ladraran,
Pero al escucharlo se dio cuenta,
De haber hecho algo insensato.

17
El enfado de los perros lo causó nada más
De haber traído los lobos muertos al patio;
Ahora ellos van a desperar al servidor;
Así que no se tardó mucho más en hablar:
"Ya no tengo tiempo, para quedarme aquí,
A Usted la bendiga dios,
La bendiga dios en este mundo,
Y en el otro, es lo que deseo sinceramente."

18
"Te bendiga, te bendiga...", dijo su madre;
Quién bendiga a quién, eso lo pensó nadamás,
Sabía que el inspector de los corazones,
Va a encontrar cada deseo adentro.
El dolor que probó al separarse el hijo del pecho,
No puede ser descrito con palabras,

A poco su alma era la cadena entre ellos,
Que se abarrancó de cuajo.

19
Pero los perros seguían ladrando,
Llegaron a la puerta con su feos gritos,
Con fatiga, se levantaron los servidores,
Despertaron hasta a Jorge con el ruido.
"Quién estuvo aquí?", así gritaban,
Al encontrar a los dos lobos.
"Eso fue Nicolás. Nadie más lo hubiera hecho.
Síganlo, síganlo, al insolente!"

20
Y cómo un avispero que se está rebelando,
Así parecía ahora la casa:
Todos se chocan en el ancho zaguán,
Corren en cada dirección a pie o a caballo.
A dónde están correndo? Nadie los sabe,
Sólo corren cómo locos en cada dirección.
Por fin el señor Jorge los regaña fuerte,
Va por delante y los otros lo siguen.

21
La viuda a caso escucha el ruido de la caza?
Los trompeteos, gritos y ladrados?
Escucha que gritan "síganlo, síganlo"?
Y a caso sabe a quien están siguiendo?
No, eso no lo escucha. Al desaparecer su hijo
Las piernas débiles se les tambalearon,
Se cayó lentamente en la cama hecha,
Quien sabe hasta cuando va a durar su desmayo.

martes, 4 de febrero de 2014

Arany János: Toldi -- ötödik ének

János Arany: Toldi

Quinto canto

1
El sol ya se acostó atrás del prado juncoso,
Dejo su enorme manto rojo en el cielo.
Pero pronto la noche irrumpió
Y cubrió cielo y tierra con su velo negro.
Enclavó todo con clavos de ataúd
Que eran las millones de estrellas brillantes
Al final buscó la luna bonita
Y la puso cómo guirlanda de plata.

2
Nicolás marcho por el camino insólito
Penetrando siempre más al juncal
Pero, cómo si lo jalaran con una cuerda
No se podía separar de su madre
Volteaba a ver atras, pero ¿de que le servía?
No había ahí nadie, a quien le podría ver
Sin embargo miraba atrás, hasta volteandose,
Después de un rato regresó para despedirse


3
Y cómo iba regresando
En un punto el pantano se hundió bajo sus pies
Ahí mismo estaba el nido de lobos
Y adentro lloraban dos pobres cachorros
Le dieron lastima a Nicolás de haberlos espantados,
Y acarició a los dos animalitos sólos,
Cómo un pastor acaricia al perro guardián cachorro
Mientras lo está adiestrando



4
No lo hubiera hecho, eso fue su perdición,
Ya que de repente escucha el ruido del junco atrás de él
Llega la madre de los lobos, gritando espantosamente
Ataca al joven, y se pelea con él
A veces se pone parada en las patas de atrás
Echa sus uñas agudas en la cara de Toldi
Los dientes blancos baten en su boca ensangrentada
Y brilla en la luna, cómo si echara centellas.



5
Pero Toldi se mueve con aplicación
Y a menudo golpea con us puño
El animal salvaje snaga por boca y nariz
Sus grandes ojos se hinchan espantosamente.
Su lengua ya no le cabe en la boca,
La ensangrenta batendo sus dientes,
Le escurre la saliva, cómo a un perro rabioso;
Nunca se ha visto bestia más enfadada.


6
Por fin, Nicolás se hartó de la insistencia
Y empezó a ayudarse con las piernas
Le dio un patada fuerte al lobo,
Cómo un toro hace con sus cuernas.
La bestia cae lejos en las plantas,
Rompe las juncas alrededor de si misma,
Y al caer con un golpe espantoso,
Se choca con la tierra con mucho ruido.



7
Pero, cómo si tuviera un diablo dentro de sí,
Se voltea y se vuelve a poner en las patas
Grita con enfado desesperado,
Y vuelve al ataque con dientes agudos.
Hunde sus uñas en el hombro de Nicolás,
Abre su boca de dos pulgadas, cerca de su cabeza
Con las patas de atrás le aprieta las rodillas,
Ojalá que Diós mate a la mala bestia sin piedad!



8
Cómo si eso no fuere suficiente,
Llega el lobo macho gritando y lo ataca;
- ¿Qué harás ahora Nicolás? Ay, no puedes detenerlos!
Aunque tuvieras mil almas, ellos te matarían.
Pero el no pierde su coraje - así es su carácter,
Si el peligro crece, aumenta su valor:
El se ayuda a sí mismo, no hay que temer,
De seguro no será comida de lobos



9
Porque mientras la hembra lo ataca,
Toldi le aprieta la garganta con las dos manos
Así que las uñas se le salen del cuello del muchacho
Se le acaba la fuerza de los músculos
Sus ojos se hinchan, todos ensangrentados,
Su lengua verde cuelga cómo la de una vieja
El alma no se le fue; no se quedo atrapada,
Y cómo bajó el mentón, su boca se quedó abierta.


10
Entonces Toldi la agarra y le da vuelta,
Y la avienta al macho que corre hacia él
Se levante ese enfadado, y para atacar,
Muerde a su pareja acostada con enfado.
Y esa seguramente volvería a levantarse,
Pero Nicolás lo previene
Y lo chapotea con su hembra tan fuerte,
Que de seguro no se levanta hasta el fin del mundo.


11
Así se salvo Toldi de las bestias,
Y se reposó sentado en un bonche
Tampoco los lobos cachorros ya se movían
Estapan tirados en las piernas de Toldi pisoteados.
Más allá estaba su madre con la pareja;
Los iluminaba la luna redonda,
Que mirando fríamente en el prado,
Dejaba que su rostro se expandiera, cómo una olla de oro.


12
El alma de Nicolás estaba muy inquieto,
A pesar de que no tuviera lástima de los lobos,
Sino pensaba en su mismo lobo,
En su malvado hermano que quería tragarlo.
Pero ¿por qué se lo quiere comer su hermano?
¿Por qué quiere ser su verdugo y no su carnal?
Cuando le hizo Nicolás algo de mal?
¿Por qué quiere atacar a su hermano?


13
Porque si toma el ejemplo de los lobos:
También el peor sería su hermano:
La bestia del prado protege su nido,
No ataca a los que no lo molestan.
O a veces su hambre hace que mate,
Pero de satisfecho ya no ataca a nadie;
Si hasta matan a muchos animales domésticos,
Ahorran siempre a los de su misma raza.


14
Pero su hermano - pero su hermano,
Quién sabe ¿por qué ataca su vida?
¿No puede quitarse la sed sólo con su sangre?
¿O si aleja a su hermano del fundo?
¿Y si, cómo de los lobos, se vengara
También de él, que quiere su sangre?
¿O puede ser que el hombre es más resistente,
Y por eso todavía no llegó la última noche de Jorge?


15
Párate Toldi! Tienes intenciones asesinas,
Ay no des a la venganza una presa ensangrentada.
Sepas: la sangre de los hermanos matados
Grita al cielo alto para venganza.
Sepas: si mataras a tu mismo hermano,
Ya no pudieras llegar al paraíso:
No temas, arriba Diós va a ver la verdad,
Deja que él haga la venganza castigadora.


16
- Ahora, cómo si algo se le ocurriera,
De repente se paró y se acercó a las bestias,
Rápido se los puso en los hombros,
Así se fue a su camino nocturno peligroso.
Iba rápido en el bosque de juncos,
Dejando un sendero largo entre ellos.
Atrás los dos lobos colgaban hasta sus piernas,
Ni se volteó a ver la casa de su madre.

domingo, 13 de mayo de 2012

Arany János: Toldi -- negyedik ének

János Arany: Toldi

Cuarto canto

1
Cómo un ciervo macho, herido por un cazador con una flecha
Corre en el bosque oscuro con sus dolores molestos,

Corre hacia el agua aliviante de una fuente fría,
Y a ponerse hierbas curadoras en sus heridas;
  Ay pero la torrentera de la fuente está seca,
Y no encuentra las hierbas,
Todas las ramas lo desgarraron, las espinas lo destrozaron,
Así que ahora está más débil el pobrecito:

2
Así caminaba Nicolás, con la tristeza en el cuello,
Cuyas espuelas se hundían en su cuerpo,
Y cómo un caballo prisionero en una cuadra que está quemando,
Su corazón se agitaba de esta manera.
  Se esconde cerca del riachuelo y en el cañar,
No hay ningún lugar en el mundo donde podría dormir.
En vano busca la soledad,
Porque no encuentra medicina para su alma enferma.

3
Y cómo un lobo perseguido por un pastor,
Se echó en un cañar seco:
Allá cada y una caña murmuraba:
En el grande mundo no hay nadie más sólo que él.
  Los bustos de caña fueron su cama, un mechón su almohada,
Su casa estaba cubierta con el cielo azul de Dios,
Hasta que la noche oscura lo puso bajo sus alas,
Y puso una tienda de lona negra sobre él.

4
Después el dulce sueño, en forma de mariposa
Voló por allá en su bata colorida,
Pero no se atrevió a volar en sus ojos por mucho tiempo,
Casi hasta la hora del amanecer rojo.
  Porque tenía miedo de los zancudos, y de las cañas pinchantes,
Más de los venados del cañar,
Le daba miedo el ruido lejano de los perseguidores,
Pero lo más miedo se lo daba el grande problema de Toldi.

5

Sin embargo al amanecer,
Cuando los zancudos se callaron y ya no se escuchaba el rumor,
Entonces se introdujo furtivamente en la cabeza del muchacho,
Y extendió las alas en sus ojos;
  Le besó miel de sueño en los labios,
Que había colectado por la noche de flores de ababa;
Miel mágico, así qué por su dulzura,
La saliva se rebosó de la boca de Toldi.

6
Pero el hambre molesta se puso celosa hasta de eso,
A las tres de la mañana lo despertó en seguida,
Y fue convenciéndolo y obligándolo,
Hasta que caminó por toda la pradera;
  Buscó los nidos de los pájaros de la pradera,
De rascones, patos, avefrías, gaviotas,
Destrozó y saqueó sus casas,
Quitó su hambre con sus huevos colorados.
7
Habiéndose quitado el hambre y la sed con los huevos,
Estaba muy preocupado por los planes del futuro:
¿A dónde ir? ¿Qué hacer? ¡Dios mío!
Su alma calentada no tiene a donde ir.
  Porque pudiera irse y esconderse fácilmente,
Si su madre no estuviera antes de él:
Ay, pero al no escuchar sus noticias,
Se le rajaría el corazón a su madre.
8
Así andó perdido por tres días,
El tercer día las cañas se movieron detrás de él,
Pensaba que fuera un lobo, su brazo ni se movió,
Porqué vio que a él sólo su hermano le molestaba.
  Pero era Benedicto, su viejo servidor fiel,
Mandado por su madre, para buscarlo,
Quién se le echó al cuello, llorando,
Y al rato eso le dijo a Nicolás:
9
"Ay! qué bueno que ya te encontré,
Desde tres días te estaba buscando por todos lados;
Ya te busqué en toda la pradera enorme,
Nunca pensaba de verte hoy.
  ¿Cómo estás, mi buen amigo? ¿No te moriste de hambre?
¿No te comieron los animales en esta pradera salvaje?
He aquí mi mochila, tómala y come bien! Mira!
Adentro hay carne asada, pan blanco y una cantimplora de vino."
10
Así el servo fiel se borró los ojos en sus puños,
Y borró los puños en su bata raída,
Se arrodilló en la tierra, y puso su mochila abajo,
Sacó todo lo qué estaba dentro.
  También aparó la mesa, así de repente,
Con la mochila vacía y su botana,
Puso en ella el pan, la cantimplora y la carne,
Y adornó todo con dos manzanas.
11
Sacó su navaja, con una estrella,
Y lo ofreció a su señor más joven,
Toldi cortó el pan con el buen cuchillo,
Y tragó con gusto la carne con el pan.
  ¡Y con que alegría le miraba
Benedicto, el servo fiel!
Le gustaba más de que si hubiera comido él mismo;
Cómo si comiera él también, así se movía su boca,
A veces en sus ojos se cuajaba una lágrima.
12
Después de que Nicolás se quitó el hambre,
Benedicto abrió la cantimplora:
Aquella gritó y echó sangre
En la mano del viejo siervo.
  Él brindó a la salud de su señor,
Y echó unos tragos cerca de su lengua,
Y mientras se lo entregaba al muchacho con la mano derecha,
Se limpió la boca con la camisa.
13
Y el vino le dio buen humor al viejo,
¡Cómo se le abrió el corazón y se le soltó la lengua!
Comenzó a hablar del abuelo de Nicolás,
(De niño fue su chicotero);
  Después empezó a hablar de su padre y madre,

Del hermano Jorge, y al final de él mismo,
Y tal vez continuaría a echar palabras hasta el fin del mundo,
Si Nicolás no hubiera tristemente empezado a decir:
14
"¡Ay! ¡Cuánto me molesta ahora escucharte!
Deja, por favor, deja esta charla doliente.
Otras veces, quebrando maíz cerca del fuego,
La habría escuchado hasta el día del juicio.
  ¡Cuantas veces contaste la valentía de mi padre!
Cada velada duraba casi hasta la medianoche;
¡Y cuanto me tardaba en dormirme después!
Ni por la madrugada podía cerrar mis ojos.


15
"Lo que una vez había ya no está: lo que era bueno ya pasó;
Ya escriben con otra pluma; mi suerte se puso mal;
Me volví en asesino, ahora soy fugitivo,
Ay, ¿quién sabe cuándo mi destino se pondrá bueno?
  Pero creo en Dios, nunca deja a los abandonados,
Ya que es sus padre cuidador;
A lo mejor mi sangre hasta limpiará mi nombre perdido,
Que mi buen querido hermano me echó en la cabeza.

16
"Siento en mi mismo, que no nací
Para vivir aquí entre juncos cómo una rana;
Ni fui creado para ser sirviente o campesino,
O portar heno para otros.
  Ya sólo espero que anochezca,
La gente se vaya a casa de los campos,
Y entonces me pongo a caminar por el país,
Ni el viento llevará noticias mías."

17
Benedicto se puso muy triste por esta charla,
Se compadecía de su señorito, que se fuera a errar,
Se quedó callado por mucho tiempo, luego se puse a llorar,
Escribiendo cruces en sus chalalas con las uñas.
  Al final habló, y se le rogó,
Que Nicolás no se enojara por eso:
Pero a él esta idea le parecía una locura,
De ponerse así de repente al errar.

18
"Lo ves mi buen señorito: pronto el señor Jorge,
Dentro de tres o cuatro días volverá a Buda:
Entonces, lo que pasó, se va a olvidar,
Tu vas a ser el padrón de todos los alrededores.
  ¿Nos dejarías aquí, a los muchos honrados criados,
Quienes te amamos cómo a nuestro hijo?

¿Dejarías de acosar a los bueyes Bimbó y Lombár
Que son mejores de los bueyes de siete ferias?

19
"¿Dejarías aquí tus muchas queridas diversiones?
¿Quién levantaría dos sacos juntos en el molino?
¿Quién pusiera las piedras de molino en sus brazos,
Para asombrar a los muchachos molineros?
  No te vayas, querido joven, ay, no te vayas lejos,
Para entristecer a todo Nagyfalu;
¡Ay! No dejes aquí bribonamente la vieja casa Toldi,
No eches a tu buena madre a la tumba."

20
Así imploró él, pero eso no le interesaba a Nicolás,
Que sacudía su cabeza al no estar de acuerdo;
Sin embargo, al mencionar a su madre al final,
Le arrolló una piedra en el corazón al muchacho.
  No respondió por mucho tiempo, a las palabras de Benedicto,
Sólo se quedó a mirar suspirando las cañas murmujantes,
Y por mucho mirar las cañas murmujantes,
Una gran lagrima caliente se le puso en la pestaña.

21
Y cómo si se secara el sudor de la cara,
Borró la molesta lagrima en la palma de su mano:
La lagrima fluyó en tierra por su dedillo,
Y él le habló así a Benedicto:
  "Dile querido Benedicto eso, a mi madre:
El destino de su hijo ahora se puso mal:
No lo va a ver por un tiempo, ni va a escuchar de él;
Van a enterrar su fama, cómo si se hubiera muerto.

22
"Pero no muere en verdad, sólo muere,
Cómo alguien que se esconde muy profundamente,
Y cuando se despierta después de un rato,
Se van a escuchar maravillas suyas.
  Va aun a escuchar mis noticias tan maravillosas,
Que hasta un bebé se asombraría al oírlas:
Entonces el alma de mi madre va a ser feliz de las noticias,
Sólo no se le quebrante el corazón por la grande felicidad."

23
Eso mandó decir Nicolás. Entonces el sirviente fiel,
Puso la cantimplora vacía en su mochila;
Borró bien su chaira con la estrella,
Dobló el pañuelo del tocino,
  Luego se puso la mochila en un hombro,
Se despidió y se puso a caminar,
Quería irse sí y no, a menudo se miraba por atrás,
Al final desapareció entre las cañas quebradas.


jueves, 29 de marzo de 2012

Arany János: Toldi -- harmadik ének

János Arany: Toldi

Tercero canto

1

En la antigua casa, nadie está triste.
Están ocupados bebiendo y comiendo.

Los soldados del buen Jorge Toldi se levantaron,
Y se pusieron a jugar con palos.
En sus venas se debatían sangre joven y vino viejo,
El dardo de madera rodeaba alegremente en sus manos derechas;
Todos tomaban parte, riendo en voz alta,
Y su humor estaba tan bueno, cómo un caballito salvaje.

2

Jorge Toldi, habiendo comido a más no poder,
Se echó en un sillón, el señorote.
Y desde bajo el albañal miraba
Cómo estaban jugando sus soldados traviesos;
Después, al ver a su hermano Nicolás
Sentado sólo y muy triste en la extremidad del campo,
Se encendió el instinto sucio de su alma,
E incitó a sus muchachos con estas palabras:

3

¡Miren chicos! Allá está sentada una avetarda sola,
Puso su nariz bajo sus alas en su tristeza;
¿Se está sólo escondiendo, o ya murió? ¡A ver, si se pone a volar!
¡Hay qué golpear la empalizada alrededor de él!

4

Cómo si echaran un conejo entre los perros,
Los chicos salvajes se encendieron por la charla.
Resonó la empalizada de planchas, atrás de Nicolás,
Qué estaba entristecido por el fiasco.
Porque es fácil de entender, no sólo con la inteligencia,
Sino también con el puño, y agarrarlo con mano,
Qué todos estos malos chistes sólo a él lo molestan,
Y a veces ni están lejos de su cabeza.

5

Toldi aguanta, pero no con paz;
Lucha con la rabia rebelde de su alma;
Después se convence, y padece con desdén
Que los sirvientes se burlen de él.
Porque esta gente no sería más que una fresa para su rabia,
Por su brazo vengador caerían,
Cómo por el brazo de Sansón, de quién está escrito
Que pegó a muerte a mil descreídos con un hueso maxilar.

6

Aguantaba Nicolás, aguantaba mientras podía,
Su venganza era no tomárselo a pecho;
Fingía de ni darse cuenta,
Ni movió las orejas al gran golpear.
Pero cuando un dardo alcanzó el hueso de su hombro,
Se enojó por eso tremendamente,
Y agarró el pedazo de piedra de molino, en lo que estaba sentado,
Y lo echó entre la gente fastidiosa de Jorge Toldi.

7

Vuela la piedra pesada: quién sabe, ¿dónde se para?
Quién sabe, ¿dónde se para, y a quién cómo lo encuentra?
¡Corre si puedes, Nicolás! ¡Tu cabeza está bajo el mandoble!
¡Ni el agua va a lavarte el nombre de asesino!
Errarás, vagarás lejos de la casa paterna,
Cómo un macho echado del rebaño:
Que con su remolón hirió otro a muerte,
Y por eso los otros lo echaron.

8

Voló la grande piedra, y dónde bajó,
Allá hubo la terrible muerte de un soldado noble:
Su cuerpo se desmoronó cómo en un apretador,
Y de la carne rota corrió aceite de sangre.
La tierra empolvada chupó su sangre ávidamente,
Sus dos ojos se cubrieron por una niebla mortal.
Y lo peor era, que todos sus compañeros estaban tristes por él,
Sólo no estaba triste quién lo mató.

9

Y Jorge se enfadó inmensamente,
Por estar muy triste por su soldado servidor.
De otra parte, estaba feliz que su hermano fuera asesino,
Pues así le sería fácil perderle.
Ahora la cinta de la ley y justicia
Cubre su intento astuto, cuyo camino es curvo.
Y para arruinar a su hermano con la ayuda de juez,
Hay qué arrestarlo súbito, es este su comando duro.

martes, 13 de marzo de 2012

Arany János: Toldi -- második ének

János Arany: Toldi

Segundo canto

1

Así se mordisqueaba Nicolás, en su tristeza enojada,
Pero algo está pasando en casa en Nagyfalu:
Tal vez hasta se incendió la casa, por tanto humo que sale de la chimenea
Baja y sube un grande contrapeso sobre el cigoñal del pozo.
Los cerdos lloran, los becerros y borregos balan;
En el rebaño de los animales chicos está pasando el juicio terrible;
Entre los sirvientes blancos ni los enfermos son flojos:
En la cocina hay más gente qué en una pequeña feria.

2

Un sirviente echa agua en un tazón de media pinta
A la que va a echar las
Gallinas vivaces cuando hierva,
Quitándoles las plumas y la piel.
Alguien teme que el becerro sude,
Y le arrastra la piel, pero junto al colambre;
Otro corta al conejo flaco,
De manera que la grasa gotee de su delgado esqueleto.

3

Otro columpia el cerdo sobre las llamas,
Le quita el pelo con el canto del cuchillo hasta la piel;
Uno trae vino en un barril, otro en una bota,
El tercero trae pan en una cuenca de madera...

4

- ¿Cuál es el sentido de este alboroto, en una casa de viuda,
Donde las fiestas no son costumbre desde hace mucho tiempo?
¿Tal vez es un banquete de entierro de la Señora Toldi?
¿O su destino fue una nueva boda?
A lo mejor ¿se aburrió de la cama de su viudez,
Y dió la flor marchitada de su vida a otro?

5

No es el banquete de muerta de la señora Toldi,
Ni llegó el día de su boda;
Es por otra razón que cocinan y preparan un banquete:
Está en casa Jorge, el primer nacido de la casa.

6

Jorge Toldi era un gran señor. Tenía muchas bestias caras,
Un mar de tesoros, de los que estaba muy orgulloso,
Muchos soldados nobles, sirvientes armados,
Muchos caballos relinchantes y una gran jauría de perros.
Ahora vino en visita con otros cuarenta hombres,
Con este especie devastante de gente langosta,
Para comer mitad de la ganancia,
Y poner la otra mitad en su cartera.

7

Jorge saludó fríamente a su madre,
¡A pesar de que ella casi echó su alma antes de él!
"¿Y dónde está el otro?" pregunta disgustado.
Nadie pensaría que se refiere a su querido hermano.
"Pobrecito, trae heno afuera con los sirvientes,
Lo hago llamar -", pero Jorge grita: "¡No hace falta!"
¡No hace falta! y estas palabras las siente su madre,
Cómo si le clavaran un gran cuchillo en el corazón.

8

¿No hace falta? - Sin embargo sin ser llamado,
El chico entra; su corazón es una caldera ardiente,
Sus entrañas todavía están taladradas
Por su tristeza vergonzosa y su rabia entristecedora.
Sin embargo, a pesar de eso - ¡qué milagro de Dios! -
No sale ni una mala palabra sobre Jorge Toldi de su boca:
Algo vence el odio de su alma,
Algo - yo no puedo decir qué.

9

Al ver a Jorge, de repente e inesperadamente,
Sus brazos se abren para un abrazo sin quererlo;
Pero aquello respingue a su hermano de si mismo,
Y se aparta apretadamente de su buen pariente.
A la pobre madre se les llenan los ojos de lágrimas,
Y se pone llorando delante de su hijo con corazón de piedra,
Con labios temblantes y masajeándose las manos,
Espera allá, pero Jorge la regaña groseramente:

10

"¡Así mi madre! Vicia a tu perro de regazo,
Protege del viento a tu querido niño;
Ponlo en leche y mantequilla, no le niegues nada,
Así va a ser un buen atarantado.
Ahora es el tiempo de trabajar en los campos,
Pero este agricultor no tiene ganas de hacerlo;
Como los perros, siente el olor de la comida grasa,
Y deja a los sirvientes allá.

11

Llorabas siempre así por él, y a veces ya lo dije:
No va a ser nada, sólo un gran frívolo,
Es malo también cómo peón, holgazanea a propósito,
A pesar de que sí podría trabajar, porque es fuerte cómo un buey.
Ahora puedes ponerlo en la ventana: su carne y grasa
Crecen bien cada día, haciendo muy feliz a su madre..."
Dijo Jorge, y añadió una risa a las palabras,
A las que Nicolás arrulló un largo y apagado suspiro:

12

"¡Todas las palabras en tu boca son maldiciones y mentiras!
No hay ni una letra verdadera en la acusa, Jorge Toldi.
Sé bien cual es tu verdadero intento,
¡Qué Dios te quiera a tí cómo tú quieres a mí!
No soy buen peón, no soy buen soldado,
Entre los sirvientes soy objeto de burlas,
Te hierve la bilis que alguien coma junto a tí,
Me perderías, si pudieras, en una cucharilla de agua.

13

"Pero, para no fastidiar a nadie,
No hay problema, me voy hoy mismo si quieres;
El mundo es ancho cien millas en cada dirección:
No hay problema, yo me voy, sí, hasta hoy mismo.
Pero lo que es mío me lo voy a llevar de aquí:
Deme súbito, hermano, lo que me toca;
Deme mi parte: dinero, caballo y armas:
Después - que Dios los bendiga a todos."

14

"¡He aquí tu parte, chico, no digas que no te la dí!"
Grita Jorge y le da una cachetada que cruje.
Pero tampoco Nicolás Toldi tiene hígado de paloma,
Se plantea dentro de él el deseo de venganza;
Sus ojos echan centellas cómo el acero;
La masa osuda de su puño se prepara a golpear;
Jorge se hace hacia atrás espantado, tiene miedo:
Este golpe va a ser su último ataque;

15

Y con este golpe, pondrían a Jorge en un hueco frío,
Donde nunca más comería del pan de Dios,
Donde, cómo un hueso agrietado, atado entre dos tablas,
No se aglutinaría ni hasta el día del juicio:
Pero mientras que su hermano lo va a atacar,
Su madre grita y corre entre ellos,
Cubre a Jorge con su cuerpo, y lo defiende así,
A pesar de qué no tema por Jorge, sino por Nicolás.

16

Ahora el terrible niño dejó caer sus brazos,
Bajó su cabeza y sus ojos tristemente,
Y cómo si se hubiera despertado ahora de una fiebre caliente y fría,
Salió bamboleándose de la casa paternal.
Caminó entristecido, mudo en su ira.
Y se sentó en el rincón más lejano del patio,
Allá dobló su cabeza en sus manos, sobre las rodillas,
Y lloró en sí mismo, pero nadie lo escuchó.

¡Continuará!

martes, 6 de marzo de 2012

Una traducción profesional

Hallé la traducción artística de Toldi hecha por Ferenc Horváth. Es una obra verdaderamente profesional, y le doy todo el respecto al traductor por hacer este trabajo de calidad.
A pesar de qué una traducción de nivel así alto ya exista, yo voy a continuar la mía -- nada más para ejercitarme y divertirme al mismo tiempo.

lunes, 5 de marzo de 2012

Muchas gracias Profesora

Quiero decirle montañas de gracias a la "Profesora" más simpática, amable y hermosa, por leer y corregir mis traducciones de ayer.