martes, 13 de marzo de 2012

Arany János: Toldi -- második ének

János Arany: Toldi

Segundo canto

1

Así se mordisqueaba Nicolás, en su tristeza enojada,
Pero algo está pasando en casa en Nagyfalu:
Tal vez hasta se incendió la casa, por tanto humo que sale de la chimenea
Baja y sube un grande contrapeso sobre el cigoñal del pozo.
Los cerdos lloran, los becerros y borregos balan;
En el rebaño de los animales chicos está pasando el juicio terrible;
Entre los sirvientes blancos ni los enfermos son flojos:
En la cocina hay más gente qué en una pequeña feria.

2

Un sirviente echa agua en un tazón de media pinta
A la que va a echar las
Gallinas vivaces cuando hierva,
Quitándoles las plumas y la piel.
Alguien teme que el becerro sude,
Y le arrastra la piel, pero junto al colambre;
Otro corta al conejo flaco,
De manera que la grasa gotee de su delgado esqueleto.

3

Otro columpia el cerdo sobre las llamas,
Le quita el pelo con el canto del cuchillo hasta la piel;
Uno trae vino en un barril, otro en una bota,
El tercero trae pan en una cuenca de madera...

4

- ¿Cuál es el sentido de este alboroto, en una casa de viuda,
Donde las fiestas no son costumbre desde hace mucho tiempo?
¿Tal vez es un banquete de entierro de la Señora Toldi?
¿O su destino fue una nueva boda?
A lo mejor ¿se aburrió de la cama de su viudez,
Y dió la flor marchitada de su vida a otro?

5

No es el banquete de muerta de la señora Toldi,
Ni llegó el día de su boda;
Es por otra razón que cocinan y preparan un banquete:
Está en casa Jorge, el primer nacido de la casa.

6

Jorge Toldi era un gran señor. Tenía muchas bestias caras,
Un mar de tesoros, de los que estaba muy orgulloso,
Muchos soldados nobles, sirvientes armados,
Muchos caballos relinchantes y una gran jauría de perros.
Ahora vino en visita con otros cuarenta hombres,
Con este especie devastante de gente langosta,
Para comer mitad de la ganancia,
Y poner la otra mitad en su cartera.

7

Jorge saludó fríamente a su madre,
¡A pesar de que ella casi echó su alma antes de él!
"¿Y dónde está el otro?" pregunta disgustado.
Nadie pensaría que se refiere a su querido hermano.
"Pobrecito, trae heno afuera con los sirvientes,
Lo hago llamar -", pero Jorge grita: "¡No hace falta!"
¡No hace falta! y estas palabras las siente su madre,
Cómo si le clavaran un gran cuchillo en el corazón.

8

¿No hace falta? - Sin embargo sin ser llamado,
El chico entra; su corazón es una caldera ardiente,
Sus entrañas todavía están taladradas
Por su tristeza vergonzosa y su rabia entristecedora.
Sin embargo, a pesar de eso - ¡qué milagro de Dios! -
No sale ni una mala palabra sobre Jorge Toldi de su boca:
Algo vence el odio de su alma,
Algo - yo no puedo decir qué.

9

Al ver a Jorge, de repente e inesperadamente,
Sus brazos se abren para un abrazo sin quererlo;
Pero aquello respingue a su hermano de si mismo,
Y se aparta apretadamente de su buen pariente.
A la pobre madre se les llenan los ojos de lágrimas,
Y se pone llorando delante de su hijo con corazón de piedra,
Con labios temblantes y masajeándose las manos,
Espera allá, pero Jorge la regaña groseramente:

10

"¡Así mi madre! Vicia a tu perro de regazo,
Protege del viento a tu querido niño;
Ponlo en leche y mantequilla, no le niegues nada,
Así va a ser un buen atarantado.
Ahora es el tiempo de trabajar en los campos,
Pero este agricultor no tiene ganas de hacerlo;
Como los perros, siente el olor de la comida grasa,
Y deja a los sirvientes allá.

11

Llorabas siempre así por él, y a veces ya lo dije:
No va a ser nada, sólo un gran frívolo,
Es malo también cómo peón, holgazanea a propósito,
A pesar de que sí podría trabajar, porque es fuerte cómo un buey.
Ahora puedes ponerlo en la ventana: su carne y grasa
Crecen bien cada día, haciendo muy feliz a su madre..."
Dijo Jorge, y añadió una risa a las palabras,
A las que Nicolás arrulló un largo y apagado suspiro:

12

"¡Todas las palabras en tu boca son maldiciones y mentiras!
No hay ni una letra verdadera en la acusa, Jorge Toldi.
Sé bien cual es tu verdadero intento,
¡Qué Dios te quiera a tí cómo tú quieres a mí!
No soy buen peón, no soy buen soldado,
Entre los sirvientes soy objeto de burlas,
Te hierve la bilis que alguien coma junto a tí,
Me perderías, si pudieras, en una cucharilla de agua.

13

"Pero, para no fastidiar a nadie,
No hay problema, me voy hoy mismo si quieres;
El mundo es ancho cien millas en cada dirección:
No hay problema, yo me voy, sí, hasta hoy mismo.
Pero lo que es mío me lo voy a llevar de aquí:
Deme súbito, hermano, lo que me toca;
Deme mi parte: dinero, caballo y armas:
Después - que Dios los bendiga a todos."

14

"¡He aquí tu parte, chico, no digas que no te la dí!"
Grita Jorge y le da una cachetada que cruje.
Pero tampoco Nicolás Toldi tiene hígado de paloma,
Se plantea dentro de él el deseo de venganza;
Sus ojos echan centellas cómo el acero;
La masa osuda de su puño se prepara a golpear;
Jorge se hace hacia atrás espantado, tiene miedo:
Este golpe va a ser su último ataque;

15

Y con este golpe, pondrían a Jorge en un hueco frío,
Donde nunca más comería del pan de Dios,
Donde, cómo un hueso agrietado, atado entre dos tablas,
No se aglutinaría ni hasta el día del juicio:
Pero mientras que su hermano lo va a atacar,
Su madre grita y corre entre ellos,
Cubre a Jorge con su cuerpo, y lo defiende así,
A pesar de qué no tema por Jorge, sino por Nicolás.

16

Ahora el terrible niño dejó caer sus brazos,
Bajó su cabeza y sus ojos tristemente,
Y cómo si se hubiera despertado ahora de una fiebre caliente y fría,
Salió bamboleándose de la casa paternal.
Caminó entristecido, mudo en su ira.
Y se sentó en el rincón más lejano del patio,
Allá dobló su cabeza en sus manos, sobre las rodillas,
Y lloró en sí mismo, pero nadie lo escuchó.

¡Continuará!

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