domingo, 13 de mayo de 2012

Arany János: Toldi -- negyedik ének

János Arany: Toldi

Cuarto canto

1
Cómo un ciervo macho, herido por un cazador con una flecha
Corre en el bosque oscuro con sus dolores molestos,

Corre hacia el agua aliviante de una fuente fría,
Y a ponerse hierbas curadoras en sus heridas;
  Ay pero la torrentera de la fuente está seca,
Y no encuentra las hierbas,
Todas las ramas lo desgarraron, las espinas lo destrozaron,
Así que ahora está más débil el pobrecito:

2
Así caminaba Nicolás, con la tristeza en el cuello,
Cuyas espuelas se hundían en su cuerpo,
Y cómo un caballo prisionero en una cuadra que está quemando,
Su corazón se agitaba de esta manera.
  Se esconde cerca del riachuelo y en el cañar,
No hay ningún lugar en el mundo donde podría dormir.
En vano busca la soledad,
Porque no encuentra medicina para su alma enferma.

3
Y cómo un lobo perseguido por un pastor,
Se echó en un cañar seco:
Allá cada y una caña murmuraba:
En el grande mundo no hay nadie más sólo que él.
  Los bustos de caña fueron su cama, un mechón su almohada,
Su casa estaba cubierta con el cielo azul de Dios,
Hasta que la noche oscura lo puso bajo sus alas,
Y puso una tienda de lona negra sobre él.

4
Después el dulce sueño, en forma de mariposa
Voló por allá en su bata colorida,
Pero no se atrevió a volar en sus ojos por mucho tiempo,
Casi hasta la hora del amanecer rojo.
  Porque tenía miedo de los zancudos, y de las cañas pinchantes,
Más de los venados del cañar,
Le daba miedo el ruido lejano de los perseguidores,
Pero lo más miedo se lo daba el grande problema de Toldi.

5

Sin embargo al amanecer,
Cuando los zancudos se callaron y ya no se escuchaba el rumor,
Entonces se introdujo furtivamente en la cabeza del muchacho,
Y extendió las alas en sus ojos;
  Le besó miel de sueño en los labios,
Que había colectado por la noche de flores de ababa;
Miel mágico, así qué por su dulzura,
La saliva se rebosó de la boca de Toldi.

6
Pero el hambre molesta se puso celosa hasta de eso,
A las tres de la mañana lo despertó en seguida,
Y fue convenciéndolo y obligándolo,
Hasta que caminó por toda la pradera;
  Buscó los nidos de los pájaros de la pradera,
De rascones, patos, avefrías, gaviotas,
Destrozó y saqueó sus casas,
Quitó su hambre con sus huevos colorados.
7
Habiéndose quitado el hambre y la sed con los huevos,
Estaba muy preocupado por los planes del futuro:
¿A dónde ir? ¿Qué hacer? ¡Dios mío!
Su alma calentada no tiene a donde ir.
  Porque pudiera irse y esconderse fácilmente,
Si su madre no estuviera antes de él:
Ay, pero al no escuchar sus noticias,
Se le rajaría el corazón a su madre.
8
Así andó perdido por tres días,
El tercer día las cañas se movieron detrás de él,
Pensaba que fuera un lobo, su brazo ni se movió,
Porqué vio que a él sólo su hermano le molestaba.
  Pero era Benedicto, su viejo servidor fiel,
Mandado por su madre, para buscarlo,
Quién se le echó al cuello, llorando,
Y al rato eso le dijo a Nicolás:
9
"Ay! qué bueno que ya te encontré,
Desde tres días te estaba buscando por todos lados;
Ya te busqué en toda la pradera enorme,
Nunca pensaba de verte hoy.
  ¿Cómo estás, mi buen amigo? ¿No te moriste de hambre?
¿No te comieron los animales en esta pradera salvaje?
He aquí mi mochila, tómala y come bien! Mira!
Adentro hay carne asada, pan blanco y una cantimplora de vino."
10
Así el servo fiel se borró los ojos en sus puños,
Y borró los puños en su bata raída,
Se arrodilló en la tierra, y puso su mochila abajo,
Sacó todo lo qué estaba dentro.
  También aparó la mesa, así de repente,
Con la mochila vacía y su botana,
Puso en ella el pan, la cantimplora y la carne,
Y adornó todo con dos manzanas.
11
Sacó su navaja, con una estrella,
Y lo ofreció a su señor más joven,
Toldi cortó el pan con el buen cuchillo,
Y tragó con gusto la carne con el pan.
  ¡Y con que alegría le miraba
Benedicto, el servo fiel!
Le gustaba más de que si hubiera comido él mismo;
Cómo si comiera él también, así se movía su boca,
A veces en sus ojos se cuajaba una lágrima.
12
Después de que Nicolás se quitó el hambre,
Benedicto abrió la cantimplora:
Aquella gritó y echó sangre
En la mano del viejo siervo.
  Él brindó a la salud de su señor,
Y echó unos tragos cerca de su lengua,
Y mientras se lo entregaba al muchacho con la mano derecha,
Se limpió la boca con la camisa.
13
Y el vino le dio buen humor al viejo,
¡Cómo se le abrió el corazón y se le soltó la lengua!
Comenzó a hablar del abuelo de Nicolás,
(De niño fue su chicotero);
  Después empezó a hablar de su padre y madre,

Del hermano Jorge, y al final de él mismo,
Y tal vez continuaría a echar palabras hasta el fin del mundo,
Si Nicolás no hubiera tristemente empezado a decir:
14
"¡Ay! ¡Cuánto me molesta ahora escucharte!
Deja, por favor, deja esta charla doliente.
Otras veces, quebrando maíz cerca del fuego,
La habría escuchado hasta el día del juicio.
  ¡Cuantas veces contaste la valentía de mi padre!
Cada velada duraba casi hasta la medianoche;
¡Y cuanto me tardaba en dormirme después!
Ni por la madrugada podía cerrar mis ojos.


15
"Lo que una vez había ya no está: lo que era bueno ya pasó;
Ya escriben con otra pluma; mi suerte se puso mal;
Me volví en asesino, ahora soy fugitivo,
Ay, ¿quién sabe cuándo mi destino se pondrá bueno?
  Pero creo en Dios, nunca deja a los abandonados,
Ya que es sus padre cuidador;
A lo mejor mi sangre hasta limpiará mi nombre perdido,
Que mi buen querido hermano me echó en la cabeza.

16
"Siento en mi mismo, que no nací
Para vivir aquí entre juncos cómo una rana;
Ni fui creado para ser sirviente o campesino,
O portar heno para otros.
  Ya sólo espero que anochezca,
La gente se vaya a casa de los campos,
Y entonces me pongo a caminar por el país,
Ni el viento llevará noticias mías."

17
Benedicto se puso muy triste por esta charla,
Se compadecía de su señorito, que se fuera a errar,
Se quedó callado por mucho tiempo, luego se puse a llorar,
Escribiendo cruces en sus chalalas con las uñas.
  Al final habló, y se le rogó,
Que Nicolás no se enojara por eso:
Pero a él esta idea le parecía una locura,
De ponerse así de repente al errar.

18
"Lo ves mi buen señorito: pronto el señor Jorge,
Dentro de tres o cuatro días volverá a Buda:
Entonces, lo que pasó, se va a olvidar,
Tu vas a ser el padrón de todos los alrededores.
  ¿Nos dejarías aquí, a los muchos honrados criados,
Quienes te amamos cómo a nuestro hijo?

¿Dejarías de acosar a los bueyes Bimbó y Lombár
Que son mejores de los bueyes de siete ferias?

19
"¿Dejarías aquí tus muchas queridas diversiones?
¿Quién levantaría dos sacos juntos en el molino?
¿Quién pusiera las piedras de molino en sus brazos,
Para asombrar a los muchachos molineros?
  No te vayas, querido joven, ay, no te vayas lejos,
Para entristecer a todo Nagyfalu;
¡Ay! No dejes aquí bribonamente la vieja casa Toldi,
No eches a tu buena madre a la tumba."

20
Así imploró él, pero eso no le interesaba a Nicolás,
Que sacudía su cabeza al no estar de acuerdo;
Sin embargo, al mencionar a su madre al final,
Le arrolló una piedra en el corazón al muchacho.
  No respondió por mucho tiempo, a las palabras de Benedicto,
Sólo se quedó a mirar suspirando las cañas murmujantes,
Y por mucho mirar las cañas murmujantes,
Una gran lagrima caliente se le puso en la pestaña.

21
Y cómo si se secara el sudor de la cara,
Borró la molesta lagrima en la palma de su mano:
La lagrima fluyó en tierra por su dedillo,
Y él le habló así a Benedicto:
  "Dile querido Benedicto eso, a mi madre:
El destino de su hijo ahora se puso mal:
No lo va a ver por un tiempo, ni va a escuchar de él;
Van a enterrar su fama, cómo si se hubiera muerto.

22
"Pero no muere en verdad, sólo muere,
Cómo alguien que se esconde muy profundamente,
Y cuando se despierta después de un rato,
Se van a escuchar maravillas suyas.
  Va aun a escuchar mis noticias tan maravillosas,
Que hasta un bebé se asombraría al oírlas:
Entonces el alma de mi madre va a ser feliz de las noticias,
Sólo no se le quebrante el corazón por la grande felicidad."

23
Eso mandó decir Nicolás. Entonces el sirviente fiel,
Puso la cantimplora vacía en su mochila;
Borró bien su chaira con la estrella,
Dobló el pañuelo del tocino,
  Luego se puso la mochila en un hombro,
Se despidió y se puso a caminar,
Quería irse sí y no, a menudo se miraba por atrás,
Al final desapareció entre las cañas quebradas.


jueves, 29 de marzo de 2012

Arany János: Toldi -- harmadik ének

János Arany: Toldi

Tercero canto

1

En la antigua casa, nadie está triste.
Están ocupados bebiendo y comiendo.

Los soldados del buen Jorge Toldi se levantaron,
Y se pusieron a jugar con palos.
En sus venas se debatían sangre joven y vino viejo,
El dardo de madera rodeaba alegremente en sus manos derechas;
Todos tomaban parte, riendo en voz alta,
Y su humor estaba tan bueno, cómo un caballito salvaje.

2

Jorge Toldi, habiendo comido a más no poder,
Se echó en un sillón, el señorote.
Y desde bajo el albañal miraba
Cómo estaban jugando sus soldados traviesos;
Después, al ver a su hermano Nicolás
Sentado sólo y muy triste en la extremidad del campo,
Se encendió el instinto sucio de su alma,
E incitó a sus muchachos con estas palabras:

3

¡Miren chicos! Allá está sentada una avetarda sola,
Puso su nariz bajo sus alas en su tristeza;
¿Se está sólo escondiendo, o ya murió? ¡A ver, si se pone a volar!
¡Hay qué golpear la empalizada alrededor de él!

4

Cómo si echaran un conejo entre los perros,
Los chicos salvajes se encendieron por la charla.
Resonó la empalizada de planchas, atrás de Nicolás,
Qué estaba entristecido por el fiasco.
Porque es fácil de entender, no sólo con la inteligencia,
Sino también con el puño, y agarrarlo con mano,
Qué todos estos malos chistes sólo a él lo molestan,
Y a veces ni están lejos de su cabeza.

5

Toldi aguanta, pero no con paz;
Lucha con la rabia rebelde de su alma;
Después se convence, y padece con desdén
Que los sirvientes se burlen de él.
Porque esta gente no sería más que una fresa para su rabia,
Por su brazo vengador caerían,
Cómo por el brazo de Sansón, de quién está escrito
Que pegó a muerte a mil descreídos con un hueso maxilar.

6

Aguantaba Nicolás, aguantaba mientras podía,
Su venganza era no tomárselo a pecho;
Fingía de ni darse cuenta,
Ni movió las orejas al gran golpear.
Pero cuando un dardo alcanzó el hueso de su hombro,
Se enojó por eso tremendamente,
Y agarró el pedazo de piedra de molino, en lo que estaba sentado,
Y lo echó entre la gente fastidiosa de Jorge Toldi.

7

Vuela la piedra pesada: quién sabe, ¿dónde se para?
Quién sabe, ¿dónde se para, y a quién cómo lo encuentra?
¡Corre si puedes, Nicolás! ¡Tu cabeza está bajo el mandoble!
¡Ni el agua va a lavarte el nombre de asesino!
Errarás, vagarás lejos de la casa paterna,
Cómo un macho echado del rebaño:
Que con su remolón hirió otro a muerte,
Y por eso los otros lo echaron.

8

Voló la grande piedra, y dónde bajó,
Allá hubo la terrible muerte de un soldado noble:
Su cuerpo se desmoronó cómo en un apretador,
Y de la carne rota corrió aceite de sangre.
La tierra empolvada chupó su sangre ávidamente,
Sus dos ojos se cubrieron por una niebla mortal.
Y lo peor era, que todos sus compañeros estaban tristes por él,
Sólo no estaba triste quién lo mató.

9

Y Jorge se enfadó inmensamente,
Por estar muy triste por su soldado servidor.
De otra parte, estaba feliz que su hermano fuera asesino,
Pues así le sería fácil perderle.
Ahora la cinta de la ley y justicia
Cubre su intento astuto, cuyo camino es curvo.
Y para arruinar a su hermano con la ayuda de juez,
Hay qué arrestarlo súbito, es este su comando duro.

martes, 13 de marzo de 2012

Arany János: Toldi -- második ének

János Arany: Toldi

Segundo canto

1

Así se mordisqueaba Nicolás, en su tristeza enojada,
Pero algo está pasando en casa en Nagyfalu:
Tal vez hasta se incendió la casa, por tanto humo que sale de la chimenea
Baja y sube un grande contrapeso sobre el cigoñal del pozo.
Los cerdos lloran, los becerros y borregos balan;
En el rebaño de los animales chicos está pasando el juicio terrible;
Entre los sirvientes blancos ni los enfermos son flojos:
En la cocina hay más gente qué en una pequeña feria.

2

Un sirviente echa agua en un tazón de media pinta
A la que va a echar las
Gallinas vivaces cuando hierva,
Quitándoles las plumas y la piel.
Alguien teme que el becerro sude,
Y le arrastra la piel, pero junto al colambre;
Otro corta al conejo flaco,
De manera que la grasa gotee de su delgado esqueleto.

3

Otro columpia el cerdo sobre las llamas,
Le quita el pelo con el canto del cuchillo hasta la piel;
Uno trae vino en un barril, otro en una bota,
El tercero trae pan en una cuenca de madera...

4

- ¿Cuál es el sentido de este alboroto, en una casa de viuda,
Donde las fiestas no son costumbre desde hace mucho tiempo?
¿Tal vez es un banquete de entierro de la Señora Toldi?
¿O su destino fue una nueva boda?
A lo mejor ¿se aburrió de la cama de su viudez,
Y dió la flor marchitada de su vida a otro?

5

No es el banquete de muerta de la señora Toldi,
Ni llegó el día de su boda;
Es por otra razón que cocinan y preparan un banquete:
Está en casa Jorge, el primer nacido de la casa.

6

Jorge Toldi era un gran señor. Tenía muchas bestias caras,
Un mar de tesoros, de los que estaba muy orgulloso,
Muchos soldados nobles, sirvientes armados,
Muchos caballos relinchantes y una gran jauría de perros.
Ahora vino en visita con otros cuarenta hombres,
Con este especie devastante de gente langosta,
Para comer mitad de la ganancia,
Y poner la otra mitad en su cartera.

7

Jorge saludó fríamente a su madre,
¡A pesar de que ella casi echó su alma antes de él!
"¿Y dónde está el otro?" pregunta disgustado.
Nadie pensaría que se refiere a su querido hermano.
"Pobrecito, trae heno afuera con los sirvientes,
Lo hago llamar -", pero Jorge grita: "¡No hace falta!"
¡No hace falta! y estas palabras las siente su madre,
Cómo si le clavaran un gran cuchillo en el corazón.

8

¿No hace falta? - Sin embargo sin ser llamado,
El chico entra; su corazón es una caldera ardiente,
Sus entrañas todavía están taladradas
Por su tristeza vergonzosa y su rabia entristecedora.
Sin embargo, a pesar de eso - ¡qué milagro de Dios! -
No sale ni una mala palabra sobre Jorge Toldi de su boca:
Algo vence el odio de su alma,
Algo - yo no puedo decir qué.

9

Al ver a Jorge, de repente e inesperadamente,
Sus brazos se abren para un abrazo sin quererlo;
Pero aquello respingue a su hermano de si mismo,
Y se aparta apretadamente de su buen pariente.
A la pobre madre se les llenan los ojos de lágrimas,
Y se pone llorando delante de su hijo con corazón de piedra,
Con labios temblantes y masajeándose las manos,
Espera allá, pero Jorge la regaña groseramente:

10

"¡Así mi madre! Vicia a tu perro de regazo,
Protege del viento a tu querido niño;
Ponlo en leche y mantequilla, no le niegues nada,
Así va a ser un buen atarantado.
Ahora es el tiempo de trabajar en los campos,
Pero este agricultor no tiene ganas de hacerlo;
Como los perros, siente el olor de la comida grasa,
Y deja a los sirvientes allá.

11

Llorabas siempre así por él, y a veces ya lo dije:
No va a ser nada, sólo un gran frívolo,
Es malo también cómo peón, holgazanea a propósito,
A pesar de que sí podría trabajar, porque es fuerte cómo un buey.
Ahora puedes ponerlo en la ventana: su carne y grasa
Crecen bien cada día, haciendo muy feliz a su madre..."
Dijo Jorge, y añadió una risa a las palabras,
A las que Nicolás arrulló un largo y apagado suspiro:

12

"¡Todas las palabras en tu boca son maldiciones y mentiras!
No hay ni una letra verdadera en la acusa, Jorge Toldi.
Sé bien cual es tu verdadero intento,
¡Qué Dios te quiera a tí cómo tú quieres a mí!
No soy buen peón, no soy buen soldado,
Entre los sirvientes soy objeto de burlas,
Te hierve la bilis que alguien coma junto a tí,
Me perderías, si pudieras, en una cucharilla de agua.

13

"Pero, para no fastidiar a nadie,
No hay problema, me voy hoy mismo si quieres;
El mundo es ancho cien millas en cada dirección:
No hay problema, yo me voy, sí, hasta hoy mismo.
Pero lo que es mío me lo voy a llevar de aquí:
Deme súbito, hermano, lo que me toca;
Deme mi parte: dinero, caballo y armas:
Después - que Dios los bendiga a todos."

14

"¡He aquí tu parte, chico, no digas que no te la dí!"
Grita Jorge y le da una cachetada que cruje.
Pero tampoco Nicolás Toldi tiene hígado de paloma,
Se plantea dentro de él el deseo de venganza;
Sus ojos echan centellas cómo el acero;
La masa osuda de su puño se prepara a golpear;
Jorge se hace hacia atrás espantado, tiene miedo:
Este golpe va a ser su último ataque;

15

Y con este golpe, pondrían a Jorge en un hueco frío,
Donde nunca más comería del pan de Dios,
Donde, cómo un hueso agrietado, atado entre dos tablas,
No se aglutinaría ni hasta el día del juicio:
Pero mientras que su hermano lo va a atacar,
Su madre grita y corre entre ellos,
Cubre a Jorge con su cuerpo, y lo defiende así,
A pesar de qué no tema por Jorge, sino por Nicolás.

16

Ahora el terrible niño dejó caer sus brazos,
Bajó su cabeza y sus ojos tristemente,
Y cómo si se hubiera despertado ahora de una fiebre caliente y fría,
Salió bamboleándose de la casa paternal.
Caminó entristecido, mudo en su ira.
Y se sentó en el rincón más lejano del patio,
Allá dobló su cabeza en sus manos, sobre las rodillas,
Y lloró en sí mismo, pero nadie lo escuchó.

¡Continuará!

martes, 6 de marzo de 2012

Una traducción profesional

Hallé la traducción artística de Toldi hecha por Ferenc Horváth. Es una obra verdaderamente profesional, y le doy todo el respecto al traductor por hacer este trabajo de calidad.
A pesar de qué una traducción de nivel así alto ya exista, yo voy a continuar la mía -- nada más para ejercitarme y divertirme al mismo tiempo.

lunes, 5 de marzo de 2012

Muchas gracias Profesora

Quiero decirle montañas de gracias a la "Profesora" más simpática, amable y hermosa, por leer y corregir mis traducciones de ayer.

domingo, 4 de marzo de 2012

Arany János: Toldi -- első ének

Continuamos con el Primer canto de la obra Toldi de János Arany. La traducción de la introducción se encuentra en la entrada precedente.

János Arany: Toldi

Primer canto

1

Hierve el terreno árido por el calor del sol,
Rebaños de caballetas agotadas están pastando.
No hay ni un hilo de yerba que se levante
Ni una mancha verde en todo el campo.
Bajo los almiares diez o doce servidores roncan
Como si todo estuviera lo mejor.
Sin embargo los grandes carros de heno
Están vacíos o cargados a la mitad.

2

La barra del pozo delgada, con el palo larguísimo,
Mira en el hondo del pozo para ver el agua.
Se podría confundir con un zancudo gigante
Qué está chupando la sangre de la vieja tierra.
Los bueyes al bebedero pasan el mediodía con sed,
Poniéndose a luchar contra los tábanos.
Pero los mozos están bien flojos,
No hay nadie qué ponga agua en el largo canal.

3

Uno, sólo un chico está de pies en el campo,
Hasta que el ojo ve en tierra y en cielo:
En sus hombros están cargados enormes adrales,
A pesar de que aún no tenga ni la sombra de barba.
Mira lejos en la carretera ancha,
Como si quisiera irse a otros lugares
Se podría creer que sea un palo viviente,
Plantado en un montículo al cruce.

4

Querido chico, ¿por qué estás parado bajo el sol?
¿No ves que los otros roncan bajo los almiares?
Hasta el perro guardián saca la lengua, acostado
No tiene ningunas ganas de cazar ratones ahora.
Tal vez ¿nunca viste un torbellino,
Como el que pronto se batirá contigo
Y lame la carretera acercándose rápido,
Cómo si fuera una grande chimenea que corre?

5

Pero no, no mira al torbellino,
Que mide todo el camino,
Más allá de la torre hecha de polvo por el viento
Brillan armas orgullosas, y aparece un ejército orgulloso.
Y mientras el ejército aparece del polvo gris,
Un suspiro sale del corazón del chico.
Después mira y mira curvado por delante,
Como si su alma y corazón estuvieran en sus ojos.

6

"Valientes soldádos Húngaros, héroes brillantes,
Con cuanta tristeza les miro a ustedes.
A dónde están andando? A luchar? En la guerra?
A acumular merecimientos?
Van contra el tártaro? Van contra el turco?
A decirles buenas noches para siempre?
Ojalá yo también pudiera ir entre ustedes,
Valientes soldádos Húngaros, héroes brillantes!"

7

Estos son los pensamientos de Toldi,
Qué aran profundamente su espirito anhelado.
Y mientras así piensa en si mismo
Su corazón se le retuerce de tristeza.
Porqué su padre fue un soldado, cómo lo es también Jorge, su hermano alevoso
Qué creció cerca del príncipe cómo su amigo;
Y mientras que el sega junto a campesinos,
El otro gandulea altanero en la corte del rey.

8

Aquí está ya el ejercito del palatino Laczfi,
El mismo Andrés Laczfi con su ejército orgulloso,
Está sentado apuesto en su caballo amarillo
Hay muchas bordaduras de oro en su ropa.
Y después de él llegan chicos gallardos,
Sobre caballos furiosos de monturas adornadas
Los mira Nicolás, los mira, y ni se da cuenta
Que hasta los ojos le duelen por tanto mirar.

9

"¡Hey, peón! Cuál es el camino que lleva a Buda?"
Pregunta Laczfi altivo y con desprecio;
Pero estas palabras se le clavan a Toldi en el corazón,
Que da un golpe que hasta se escucha de afuera.
"Hm, ¡peón yo!" así humea en sí mismo.
"Pues ¿quién sería el dueño entonces por estas tierras?
¿Tal vez Jorge Toldi, el hermano con alma de zorro
Que está engordando en la cocina del rey Luís?"

10

"¿Yo peón? ¿Yo?" - Y lo qué pensó junto a esa frase
Fue una enorme grosería sobre Jorge Toldi.
Después voltea fácilmente el bastón pesado,
Y lo agarra al fin cómo si fuera un pequeño baculo;
Lo tiene derecho con una mano,
Enseñando la dirección hacia Buda,
Y cómo si su brazo se hubiera transformado en hierro,
Ni se mueve el bastón extendido.

11

El palatino ve a Toldi con el grande pedazo de madera,
Y se asombra con todo su ejercito.
"Ese sí es un hombre", dice Laczfi "Alguien:
Chicos, a ver, ¿quién quiere luchar con él?
O quién agarra esa barra,
Con la que éste muchacho muestra el camino?"
Deshonor y vergüenza, todos barbotan y gruñen,
¡Pero con un chico peón no va a luchar nadie!

12

Pero ¿quién lucharía con la tempestad?
¿Con la borrasca tormentosa?
Y ¿quién lucharía con la ira tempestuosa de Dios?
¿Con su flecha larga, tortuosa y chisporroteadora?
Pues sólo entonces la tome con Toldi,
Si aun no se aburrió del hermoso mundo de Dios;
Es muy lamentable, para quién llegue en sus manos,
Hasta llorará por querer regresar en la falda de su madre muerta.

13

Se van los soldados en una larga hila compacta,
Todo el mundo habla de Toldi;
Cada uno le dice algo de gentil o amable,
Todos le hacen una sonrisa.
Uno dice: "¡Amigo! ¿Por qué no vienes en la batalla?
Un chico cómo Tú allá sí tiene mucho valor."
El otro exclama con compasión: "¡Mijo!, que lástima,
Qué tu padre fue peón y tú también naciste peón."

14

Se aleja el ejército, se calla su ruido:
El uno se lo trajo el viento, el otro lo cubrió el polvo
Y Toldi camina hacia casa muy triste,
Por su huella espesa tiembla la tierra;
Sus pasos son cómo los de un toro serio,
La mirada de sus ojos es cómo la noche oscura,
Cómo el jabalí ofendido supla en su rabia,
El palo casi se le quiebra en las manos.

Arany János: Toldi -- előhang

János Arany (en Español: Juan Arany, en Húngaro: Arany János), fue un poeta Húngaro del siglo XIX. Escribió varios poemas narrativos y baladas, y también tradujo al Húngaro unas obras de Shakespeare.

Miklós Toldi (en Español: Nicolás Toldi, en Húngaro: Toldi Miklós), es el protagonista de su trilogía de poemas narrativos Toldi, Toldi szerelme (El amor de Toldi) y Toldi estéje (La tarde de Toldi). Toldi es un caballero medieval de inmensa fuerza y grande coraje.

En esta entrada voy a traducir la introducción ("előhang") de Toldi, la primera parte de la trilogía. El texto original en Húngaro de toda la obra se encuentra aquí.

János Arany: Toldi

Introducción

Como el fuego de pastores en las noches de verano
Que arde desde lejos en el inmenso desierto
Así llamea delante de mí la imagen de Nicolás Toldi
Hace nueve o diez generaciones.
Me parece ver su enorme estatura
Sus golpes con el palo en las batallas destructoras
Me parece escuchar el tonante sonido de su voz
Que hoy les pareciera a ustedes la ira de Dios.

El más fuerte era él, cuando hacía falta.
No habría nadie parecido ni en tierras lejanas
Si hoy resucitara y volviera entre ustedes
Creerían de todas sus cosas que sea magia
Ni entre tres podrían levantar su pesada maza
Ni sus piedras de honda, o su chuzo golpeador.
Se asustarían al ver su terrible blinda
Y las espuelas que traía en las botas.

¡Hola, bienvenidos!

Bienvenidos en mi blog de traducciones varias al idioma Español. Voy a traducir sobre todo (pero no exclusivamente) obras de autores Húngaros, cuya traducción aun no existe (o por lo menos, yo no la hallé). El objetivo, es de practicar, divertirme y enseñar al mundo hispano-hablante las obras de estos autores, y la cultura Húngara.

Cómo no soy ni un lingüista, ni un traductor profesional, puede ser qué estas traducciones no sean bastante poéticas (por ahora no intentare de conservar las rimas ni el ritmo), pero espero qué sean por lo menos entendibles.

Bueno, creo qué eso ya sea bastante cómo introducción. Empecemos ahora mismo con un poeta Húngaro muy famoso, János Arany.